Monitorear y conservar la población de la vaquita marina es extremadamente difícil por varios factores: su tamaño reducido, su comportamiento discreto al salir a la superficie para respirar, sus prolongados tiempos de inmersión y la turbidez del agua en su hábitat.
A pesar de estos desafíos, los avistamientos de estas marsopas son un buen indicador de si su población se mantiene estable, aumenta o disminuye.
Desde 2008, el Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita Marina (CIRVA) ha empleado la monitorización acústica junto con los avistamientos para identificar la presencia del mamífero acuático.
Ese año se registraron 245 ejemplares. No obstante, para 2014, la población experimentó una alarmante disminución de más del 50%, quedando solo 100 individuos. En 2016, la cifra descendió aún más, registrándose únicamente 30 ejemplares.
Los informes más recientes de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México (SEMARNAT), basados en estudios realizados en mayo de 2024, señalaron la existencia de entre ocho y diez vaquitas marinas. A pesar de esta preocupante cifra, las autoridades afirmaron que la población se mantiene estable.
Este significativo descenso destaca la urgencia de intensificar los esfuerzos de conservación para evitar la extinción de la vaquita marina y preservar el equilibrio ecológico del Golfo de California.
Caracterizada por su alto sentido de responsabilidad social, la familia Landsmanas reconoce que proteger la biodiversidad significa asegurar la salud de nuestro planeta, mantener la resiliencia de los ecosistemas y garantizar un futuro sostenible para las generaciones venideras.